Recuerdo el impacto que me produjo la exposición comisariada por Paul Virilio en la Fundación Cartier (París). Al recorrerla, sin saber por qué, un magnetismo inquietante me llevó a vislumbrar qué es lo que quería hacer. Era la primera vez que sentía que algo tan sumamente ligero llenaba el espacio en un caos controlado y al mismo tiempo cada fracción de la instalación llenaba mis sentidos. Fue una experiencia durante su recorrido, que tras muchos años después no fui consciente de cómo esa exposición me ofreció los datos importantes que debe tener la escultura contemporánea.

El interés por la escultura nace en la exploración de conceptos y ensayos en contacto directo entre el espacio y los materiales. Durante el proceso de investigación, he trabajado con el plano y posteriormente con la desmaterialización del plano para convertirlos en tejidos compuestos por múltiples líneas. Trabajos, junto al rojo, se expresan con mucho interés para descubrir como dibujar en la escultura.

La atracción de nuevas formas (sin formas), me llevó a indagar sobre las esculturas modeladas por el aire. En este momento, entiendo que el aire se convierte en el soporte de la escultura y cobra sentido la acción de dibujar en el aire.

Desde hace años, mi trabajo se centra en entender dónde actúa la escultura sobre los nuevos escenarios del espacio. Trabajo ENTRE_límites, ENTRE_espacios, ENTRE_formas.

Pienso que la escultura contemporánea debe de exigir ciertos parámetros que vinculen la obra con el recorrido en el espacio y la transformación que va generando. A diferencia de la arquitectura, el triángilo concepto, materialización y espacio se estructuran en el momento que el recorrido se enciende.